El cierre de los pasos entre Francia y España genera incomprensión en la frontera
En Larrau, un pueblo de apenas 200 habitantes del País Vasco francés (suroeste), la frontera con España está cerrada desde hace casi dos años para "luchar contra la inmigración clandestina y la amenaza terrorista", una situación absurda para sus habitantes.
Desde el pueblo, la carretera serpentea hasta los 1.578 metros de altitud del Puerto de Larrau. En su cima, un decreto de la prefectura informa que está cerrado hasta nuevo aviso y una barrera corta la mitad de la carretera que lleva a Navarra.
"Es incomprensible", protesta el alcalde, Jean-Dominique Iriart.
Los controles son poco frecuentes, pero bastan para alterar las relaciones vecinales y el tráfico de visitantes. Al regidor le corresponde multar a los infractores, pero no quiere "aplicar un absurdo", máxime cuando Larrau se encuentra en una zona agropecuaria fronteriza difícil de controlar.
En este día de noviembre, la niebla envuelve el puerto, azotado por un fuerte viento. "Si alguien pasa por las laderas, nadie puede saber si es un pastor, un excursionista o un migrante", asegura el alcalde.
O el funcionario municipal encargado de traer de vuelta cada día los rebaños que se fueron a pastar al otro lado de la frontera.
Más abajo, la actividad del camping del pueblo se resiente de la medida, según su propietario, Fabrice Gaillaguet, que ha registrado cerca de quince cancelaciones este año.
En este valle turístico del interior del País Vasco francés, "entre el 20% y el 25% de la clientela es española". "No estamos en una zona de paso comercial para los negocios. Así que aquí, para no hacer controles, se cierra [el paso fronterizo], porque cuesta menos en términos de personal", explica.
De hecho, las autoridades concentran sus efectivos en otros lugares. Inicialmente, se cerraron en 2021 unos 15 pasos fronterizos con España. La mitad de ellos se reabrieron, pero ocho siguen cerrados: cuatro en el País Vasco y otros cuatro al este de los Pirineos.
- "Variable de ajuste" -
"Estos cierres permiten a los servicios de policía, de gendarmería, de aduanas y de la misión Sentinelle concentrar sus acciones en los otros puntos de entrada actualmente abiertos" y más concurridos, explicó la prefectura francesa competente en la zona.
Aunque España y Francia pertenecen al espacio de libre circulación europeo Schengen, París comunicó la reintroducción de controles fronterizos por el covid-19 (hasta octubre de 2022) y por amenaza terrorista y flujos migratorios (hasta abril de 2023).
En 2021, se negó la entrada en 13.000 ocasiones en el departamento francés de Pirineos-Atlánticos, un 120% más que en 2020.
Entre enero y octubre de 2022, se impidió el acceso 9.000 veces, según las autoridades, y el centro de retención de migrantes de Hendaya está bajo presión, según un sindicato policial y la oenegé Cimade.
Pero, a nivel local, la medida no se entiende. El hostelero Pierre Etchemaite explica su consternación ante sus clientes. "Si tuviéramos una explicación que darles (...) Nos hablan del [plan] Vigipirate, del terrorismo, pero nadie nos ha dado una respuesta", dice, resignado.
Para Mathieu Bergé, un concejal de izquierdas de Bayona y consejero regional encargado de la cooperación transfronteriza, estos cierres son un "mensaje enviado a la extrema derecha".
"Quieren dar una imagen de autoridad y de control, hay una instrumentalización política de la frontera, pero la medida no tiene eficacia real. La frontera se convirtió en una variable de ajuste de los miedos del Estado", denuncia.
A principios de noviembre, las asociaciones de ayuda a migrantes retiraron, simbólicamente, las barreras que impiden el paso al puente peatonal entre Hendaya, en Francia, e Irún, en España.
La omnipresencia policial indigna a estos activistas locales, para quienes esto obliga a los migrantes a intentar cruzar a Francia a través del río fronterizo Bidasoa, donde siete personas han muerto ahogadas desde 2021.
En octubre de 2021, tres argelinos también perdieron la vida arrollados por un tren en Ciboure, a pocos kilómetros de Irún.
M.E.Molina--ESF