El Cerrado brasileño rebrota tras los incendios pero tiene sus límites
El verde casi fosforescente de varias plantas brota de un terreno calcinado en una reserva forestal en Brasilia, prueba de la resiliencia de la sabana brasileña ante los incendios, aunque cada vez más puesta a prueba.
En el Parque Nacional de Brasilia, los suelos negros y troncos chamuscados dan fe de que el fuego calcinó en septiembre 1.470 hectáreas de este refugio de agua y fauna al lado de la capital, en medio de una sequía provocada por un récord de 169 días sin lluvia.
No fue un caso aislado. Con más de 240.000 focos, 2024 ya es el peor año de incendios en Brasil en más de una década, un fenómeno que los expertos vinculan al cambio climático.
Pero el Cerrado, la sabana con mayor biodiversidad del mundo, según World Wildlife Fund (WWF), situada en el sureste de la Amazonía, guarda desde hace millones de años métodos para resistir las llamas y las altas temperaturas.
- El bosque bajo los pies -
"El Cerrado es un bosque invertido, lo que vemos es muy poco, el bosque está todo bajo nuestros pies", afirma Keiko Pellizzaro, analista ambiental del Instituto Chico Mendes de Conservación de Biodiversidad (ICMBio), a cargo de los parques nacionales brasileños.
Debajo, un sistema de raíces profundas puede "bombear" agua subterránea "incluso en el extremo de la sequía", dice.
Mientras, en la superficie, las gruesas cortezas de los árboles y las corazas de los frutos funcionan como "aislantes térmicos", según Isabel Schmidt, profesora de Ecología en la Universidad de Brasilia.
Incluso frente a las temperaturas de hasta 800 ºC provocadas por las llamas, la vegetación sobrevive "como si fuera cualquier día caliente", dice.
- "Maravillada" -
Un mes después de los incendios, y con las primeras lluvias, gramíneas y pequeñas plantas surgen al lado de tallos muertos y árboles con troncos chamuscados reviven con nuevas hojas en esta reserva de más de 40.000 hectáreas.
"Incluso si no lloviera, veríamos alguna resiliencia", apunta Pellizzaro, bióloga y ecóloga.
"Estoy maravillada de la capacidad de regeneración", dice Priscila Erthal Risi, una voluntaria de 48 años que participa en la siembra de plantas nativas, una iniciativa del ICMBio para contribuir a la vuelta a la vida del Parque Nacional.
"Acabas encontrando especies que luchan por restaurarse y otros tipos de plantas que necesitarán apoyo, gestión, siembra", dice esta profesora de paisajismo, que esparce semillas de las hierbas cola de zorro y cola de burro, y de árboles como el tingui (Magonia pubescens).
- Desafiar los límites -
La Policía Federal investiga el incendio en el Parque Nacional de Brasilia. Como la inmensa mayoría de los focos en el país, las sospechas apuntan a que los fuegos son de origen criminal, especialmente para hacer lugar al pasto para ganado o la agricultura.
Schmidt afirma que la vegetación del Cerrado siempre ha convivido con los fuegos esporádicos generados por rayos, en las estaciones lluviosas.
Pero si la sequía extrema se vuelve más recurrente como en los últimos tiempos, esto puede desafiar los límites del bioma.
"La resistencia que las plantas y los animales tienen ante cualquier tipo de fuego fue adquirida a lo largo de millones de años y el cambio climático sucede a lo largo de décadas. Ningún organismo vivo puede adaptarse a esos cambios tan rápidamente", afirma Schmidt.
- "No volver" -
Menos conocido que la Amazonía y el Pantanal, sus biomas vecinos más famosos, el Cerrado es denominado la "cuna de las aguas", porque alberga las nacientes de importantes ríos y acuíferos que bañan América Latina.
Pero esa condición está en riesgo: científicos señalan que el inicio de la estación lluviosa se está atrasando en más de 30 días y en las últimas tres décadas la pluviosidad cayó 8% en promedio.
En consecuencia, el caudal de los ríos decayó 15%.
Si las llamas se vuelven frecuentes, "muchos ecosistemas que son más sensibles al fuego", incluidos en el Cerrado, "pueden simplemente no volver", apuntó.
A.Barbero--ESF