Víctimas de violencia de género serbias desisten ante inacción institucional
Golpeada por su pareja por enésima vez, Marija se hartó y lo denunció a la policía. Pero la violencia siguió y, como muchas serbias, ha perdido toda esperanza de protección del sistema: "He tirado la toalla".
En esta sociedad balcánica todavía muy patriarcal, la violencia contra mujeres y las agresiones sexuales son tabús. Las víctimas callan, oprimidas por la presión social.
Y las que osan denunciar los ataques chocan con la falta de formación de la policía, los fallos de la justicia y de los sistemas de protección, que terminan por desalentar a otras víctimas de seguir su ejemplo.
Hace dos años, Marija se decidió llamar a la policía tras los últimos golpes de quien ya era su exnovio. "Me golpeó cuando estaba en el suelo", dice a AFP esta mujer de 40 años, que prefiere ocultar su apellido. "Tenía miedo de qué haría después", añade.
El hombre, convencido de su impunidad, se quedó con ella esperando a la policía. En comisaría, una agente flirteó con el hombre, le pidió "devolver" a Marija "a casa" y envió la pareja a un centro de acción social local que les propuso "reconciliarse".
"Es en ese momento que tiré la toalla", explica Marija, que consiguió dejar por sí sola esa relación que define como una "agonía".
Su ex recibió una orden de alejamiento de un mes, pero "nadie lo controló".
Marija forma parte de miles de mujeres que han mostrado su enfado en redes sociales el último mes con la etiqueta #NisamPrijavila ("No lo denuncié").
- "Intenta olvidar" -
El movimiento nació porque una mujer, Nina Stojakovic, acusó públicamente a la policía de cerrar los ojos ante las acusaciones de su hermana contra su novio, un conocido rapero en Serbia. "Le dijeron que volviera a casa e intentara olvidar", declara Stojakovic a AFP.
Las historias compartidas en redes repiten patrones de estigmatización, de incomprensión de entorno e instituciones y de obstáculos para establecer pruebas.
Siguiendo la senda de Stojakovic, dos otras mujeres acusaron al rapero Numero, el nombre artístico de Uros Radivojevic, que fue detenido y acusado de violencia doméstica.
El gobierno no se ha pronunciado sobre este movimiento por ahora. En los últimos años, Serbia ha adoptado varias leyes para proteger teóricamente a las víctimas y castigar a los agresores. Pero según los defensores de derechos de mujeres, las denunciantes siguen a merced de los prejuicios de quienes trabajan en las instituciones.
"Tenemos instituciones que no creen en las mujeres y rechazan simplemente tomar las denuncias", dice Biljana Stepanov, directora de una red de centro de atención a víctimas. "El sistema depende en larga medida del conocimiento y las opiniones de los individuos de las instituciones", insiste.
Según Tanja Ignjatovic, psicóloga de la ONG Centro Autónomo de Mujeres (AŽC), la policía carece de efectivos y de formación. Además, los procedimientos judiciales son largos, lo que añade trauma a las víctimas.
- Ir a buscar las víctimas -
En ausencia de estadísticas oficiales, las ONG recopilan sus propios datos en base a artículos de prensa. Según AŽC, de 26 mujeres asesinadas en Serbia en 2021, la gran mayoría era por violencia doméstica y una víctima de cada cinco había denunciado previamente las agresiones.
En un estudio de la OSCE de 2019, un 41% de mujeres declararon haber sido víctimas de acoso sexual, una tasa diez puntos por debajo de la media de la Unión Europea que los autores del informe atribuyeron a los "tabús" sobre la cuestión en Serbia.
Pero en línea con la ola mundial #MeToo, las serbias empiezan a romper el silencio.
Hace un año, la actriz serbia Milena Radulovic acusó públicamente a su antiguo profesor de arte dramático de haberla violado, provocando una ola de testigos similares en los Balcanes bajo la bandera "No estás sola" ("Nisi Sama").
Pero la etiqueta tuvo un efecto reducido. Según Biljana Stepanov, Twitter es "una plataforma limitada", cuyas usuarias suelen ser más conscientes de sus derechos.
Hay que ir a buscar las mujeres que no están en las redes, señala. "Imaginad que las mujeres de 40 o 50 años que no tienen teléfonos inteligentes, ordenadores, que no saben qué es Twitter, se manifiestan. ¿Qué dirían? ¿Cuántas serían?".
U.Alonso--ESF