Dólares en miniatura, los bolivianos se encomiendan a una deidad aimara ante un 2025 sombrío
"¡Dólar, dólar, dólar!". El grito resuena en la Feria de la Alasita, el famoso mercado de miniaturas en La Paz, a la que acuden miles de bolivianos ansiosos de adquirir un talismán contra la sequía de dólares y combustible que padecen desde hace meses.
La feria, que abrió el viernes y se extenderá hasta mediados de febrero, se celebra cada año en honor a El Ekeko, la divinidad de la abundancia aimara.
La gente se agolpa para adquirir miniaturas que representan sus anhelos para 2025, desde vehículos, viviendas y productos de la cesta básica hasta títulos universitarios, que luego bendicen con sahumerios entre plegarias para convertirlas en amuletos.
Este año el dólar domina el mercado de los deseos.
Sosteniendo un fajo de "dólares" en miniatura, Vilma Mariaca, un ama de casa de unos 50 años, sueña con pagar sus deudas.
Ha comprado copias de la divisa estadounidense, pero ningún boliviano, la moneda local que se ha desvalorizado con respecto al dólar en un 40% desde 2023.
"En Bolivia está desapareciendo el dólar. (He comprado) con la esperanza de que volvamos a tener unos cuántos más", dice Mariaca a la AFP.
La escasez de dólares y combustible hundió en la crisis a Bolivia, de 11,3 millones de habitantes, 41% de ellos autoidentificados como indígenas.
Cerró el 2024 con una inflación acumulada de 9,9%, la más alta en 16 años.
Ante la caída de las exportaciones de gas, el gobierno casi ha agotado sus reservas internacionales en dólares para importar combustibles, que vende en el mercado interno a precio subsidiado.
Y a ello se suma la incertidumbre frente a las presidenciales de agosto, en las que la izquierda en el poder se juega su continuidad en medio de la pugna entre sus dos líderes, el presidente Luis Arce y el exmandatario Evo Morales, quien insiste en ser candidato pese a un impedimento de la justicia.
Pero Rosa Vito, una artesana de 75 años, considera que la Alasita ("cómprame", en lengua aimara) es el mercado de la fe y que la esperanza puede cambiar la situación de las personas.
"Estamos muy tristes por las inclemencias de la vida (...). No hay dinero, no hay trabajo. Esperamos que la gente tenga fe y acuda, para que se hagan realidad sus sueños", dice desde su silla de ruedas.
Entre los humos de los curanderos, se sacralizan desde costalitos de arroz, botellitas de aceite y pequeños barriles de diésel, productos que han escaseado en el último año.
Al margen de las creencias populares, los pronósticos son sombríos.
El economista Napoleón Pacheco, profesor de la estatal Universidad Mayor de San Andrés, advierte que el 2025 "va a ser un año lleno de incertidumbre".
"Creo que los precios van a seguir aumentando, pese al mantenimiento de las subvenciones (...)", explica.
Apunta que el país ha registrado un déficit fiscal por 12 años consecutivos, una tendencia que cree difícil de revertir este año.
R.Abreu--ESF