El holandés Dylan Van Baarle ofrece la París-Roubaix al Ineos
Una primera victoria para el equipo más rico del pelotón en una de las carreras más legendarias: el neerlandés Dylan van Baarle conquistó este domingo la París-Roubaix y dio su primera victoria al Ineos en la reina de las clásicas, disputada a una velocidad récord.
Van Baarle escribió su nombre en la historia de esta prueba al término de una carrera recorrida sin tregua a casi 46 kilómetros por hora bajo un sol primaveral. Dos semanas después de su segundo puesto en el Tour de Flandes, dominó a los favoritos, el campeón de Bélgica Wout van Aert (2º) y el suizo Stefan Küng (3º), que tuvieron que resignarse a disputar el segundo puesto, a 1 minuto y 47 segundos.
Contrariamente a las previsiones, no fue Mathieu van der Poel (9º) el que firmó la séptima victoria neerlandesa en la historia de la París-Roubaix, sino van Baarle, un sólido corredor de 29 años que buscaba consagrarse. El año pasado, este sólido rodador se colgó la medalla de plata del Mundial en Ruta detrás del francés Julian Alaphilippe.
Poco después de cruzar la línea en el vetusto velódromo de Roubaix, el neerlandés se abrazó al patrón de su equipo Dave Brailsford.
Desde 2010, la formación británica (antes llamada Sky), la más rica del pelotón, no había tenido éxito en la París-Roubaix a pesar de los intentos de su líder Bradley Wiggins en el crepúsculo de su carrera.
- La amenaza Mohoric -
El resultado recompensó el espíritu ofensivo de sus hombres, que atacaron a 210 kilómetros para meta, muchos antes de los primeros adoquines de Troisvilles, y obligó a los equipos de van der Poel y Küng a una cacería de 105 kilómetros.
"No estaba planificado atacar de tan lejos", confesó van Baarle luego de la llegada.
La principal amenaza, después de que van Aert tuviese que cambiar de bicicleta en varias ocasiones, llegó por parte de Matej Mohoric. El esloveno, ganador de la Milán-San Remo, salió al ataque bastante antes del Bosque de Arenberg. Volvió a intentarlo, con el belga Yves Lampaert, a la entrada de los 30 últimos kilómetros antes de que van Baarle, que salió al contraataque, regresase al frente de la carrera.
Al término de un carrera extenuante y no carente de emoción pese a la ausencia de lluvia, van Baarle dio el golpe decisivo sobre los adoquines de Camphin-en-Pévèle, un sector puntuado con 4 estrellas en una escala de dificultad de 1 a 5, a 19 kilómetros para meta.
Por detrás de él, Mojoric terminó por ceder y Lampaert, último representante del Quick-Step, sufrió una caída espectacular después de haber tocado el brazo de un espectador.
- Una semana de euforia -
"Queríamos hacer la carrera muy difícil y yo me sentía muy bien", comentó van Baarle, cuyos padres fueron campeones nacionales en pista.
Tras pasar por el BMX, el neerlandés, reputado por ser un gran trabajador, muy útil para sus jefes de fila, que a menudo han peleado por la victoria en las grandes vueltas.
"Hemos hecho una gran campaña de clásicas", añadió el vencedor del día.
En ocho días, su formación se ha adjudicado la Amstel Gold Race (Michal Kwiatkowski), la Flecha Brabanzona (Magnus Sheffield) y la París-Roubaix.
Si van der Poel finalizó en puestos discretos ("fue difícil para todo el mundo", reconoció), van Aert firmó su mejor puesto en cuatro participaciones. "Fue una París-Roubaix clásica, cada uno tuvo su parte de suerte y de mala suerte, es eso también lo que da la belleza a esta carrera", concluyó el campeón de Bélgica.
R.Abreu--ESF