El Siglo Futuro - Sudáfrica se abre poco a poco a los viticultores negros

Madrid -
Sudáfrica se abre poco a poco a los viticultores negros
Sudáfrica se abre poco a poco a los viticultores negros / Foto: © AFP

Sudáfrica se abre poco a poco a los viticultores negros

Producir vino no es un oficio que sus padres habrían imaginado para ellos. "Hijo de trabajadores agrícolas (negros), estás programado para convertirte en mano de obra" de una finca, dice Paul Siquga, quien recientemente compró viñedos en Ciudad del Cabo.

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"Si queremos un cambio, tenemos que ser ese cambio. Yo quería contribuir con ello", cuenta a AFP este empresario sudafricano de 41 años, cuya madre trabajó durante décadas en la viña bajo el apartheid.

Ahorró durante 15 años para comprar Klein Goederust (pequeño descanso, en afrikáans) en Franschoek (el rincón francés, una región con viñedos centenarios), que reformó y abrió a finales de 2021.

Los enólogos negros y mestizos están comenzando a emerger en el mundo del vino de Sudáfrica, transformando un paisaje históricamente blanco. Pero su ascenso es lento y enfrenta obstáculos, aunque desde hace varios años hay iniciativas para apoyarlos.

"Vamos a paso de tortuga", admite Wendy Petersen, directora de la Unidad de Procesamiento del Vino (WITU), una organización sin fines de lucro que trabaja en esa dirección.

Se establecieron subvenciones y prácticas para jóvenes talentos, pero Petersen dice que los recursos se reparten entre demasiados solicitantes, lo cual limita su eficacia.

Con un presupuesto limitado, ahora planea financiar menos iniciativas de manera más generosa, y encontrar socios internacionales para ofrecer a los beneficiarios mejores oportunidades.

De las cientos de bodegas del país, hay poco más de 80 marcas cuyos dueños son negros, según Petersen.

Para promoverlos y ayudar a su desarrollo, WITU lanzó el año pasado en Stellenbosch, una pequeña ciudad universitaria en el corazón vinícola sudafricano, una sala de degustación llamada Wine Arc.

- Acceso a la tierra -

Entre las marcas presentadas figura Carmen Stevens Wines, cuya primera cosecha data de 2014. Su creadora, una mujer menuda y de carácter fuerte, cabello corto y sonrisa brillante, es una viticultora improbable.

La empresaria de 51 años creció en Cape Flats, una comunidad pobre con presencia de pandillas.

De niña devoraba novelas sobre el mundo del vino que su madre, de clase trabajadora, le regalaba para desarrollar su vocabulario.

Quiso estudiar viticultura en los últimos años del apartheid, pero su solicitud fue rechazada varias veces.

En 1993, un año antes de la elección de Nelson Mandela, lo intentó de nuevo, decidida a no aceptar una negativa. Fue al despacho del director de la universidad y consiguió una plaza.

"Se lo digo a los jóvenes: ¡ustedes lo pueden lograr! Nadie debe estar confinado a un espacio debido a sus orígenes", afirma.

Es la dueña de las cubas y barricas de sus bodegas. Sin embargo, al igual que muchas otras marcas, compra sus uvas a viticultores locales porque no tiene tierra propia.

En Sudáfrica, octavo productor mundial de vino, las primeras viñas fueron sembradas en el siglo XVII por colonos europeos, en especial los hugonotes que huían de la represión en Francia.

Actualmente, la mayoría de las tierras se heredan y cuando se dan ventas, suelen ser entre vecinos, lo que deja pocas oportunidades a los recién llegados, explica Maryna Calow, portavoz de la agrupación Wines of South Africa.

El costo también es prohibitivo, según Petersen. Pocos africanos negros, desfavorecidos económicamente durante generaciones, tienen el capital necesario para hacerlo.

"El mayor obstáculo para los negros es el acceso a la tierra, una cuestión políticamente delicada" en Sudáfrica, afirma Siquga.

Los restaurantes de Ciudad del Cabo cuentan con cada vez más sumilleres negros, así como con una nueva clientela curiosa por conocer el vino, sobre todo los jóvenes de la clase media negra urbana.

Pero las cifras siguen siendo bajas, ya que solo 8% de los sudafricanos dice beber vino, según Calow.

P.Avalos--ESF