Descontento galés con la pervivencia del título de Príncipe de Gales
La foto borrosa muestra dos figuras minúsculas, pero inconfundibles, en un imponente castillo de Gales, la región del oeste de Gran Bretaña, una instantánea de un momento histórico capturada en 1969 por una niña.
"Salió a ese balcón con su mamá", explica María Sarnacki, sosteniendo la foto frente al balcón donde la reina Isabel II, y Carlos, entonces recién nombrado príncipe de Gales, saludaron a la multitud.
"Fue un día increíble. Estaba convencida de que me estaba señalando y saludando; siendo una niña de 11 años era como algo de las películas", añade Sarnacki, que ahora tiene 66 años.
La investidura del ahora rey Carlos III como príncipe de Gales por su madre, en un ritual arcaico en el magnífico castillo de Caernarfon, del siglo XIII, fue vista por millones de personas en todo el mundo en directo por televisión.
"Pero creo que ya no tiene razón de ser", dice Sarnacki, que ahora es alcaldesa de esta ciudad rodeada de montañas en la costa del norte de Gales.
Aquella investidura de Carlos fue quizás la última en el castillo, ante la creciente oposición a que se repita algo similar con su hijo Guillermo, que acaba de heredar el título en tanto que primero en la línea de sucesión a la Corona británica.
Más incluso, la muerte de la reina ha motivado llamamientos a acabar con este título, creado hace siete siglos, en un momento de fortalecimiento del sentimiento nacionalista en Gales y las otras regiones del Reino Unido -Escocia, Irlanda del Norte e Inglaterra.
Casi 25.000 personas firmaron un manifiesto reclamando eliminar una distinción que es "un insulto a Gales y un símbolo de la opresión histórica", afirman.
"Hay opiniones encontradas. Mucha gente no quiere el título de Príncipe de Gales porque creen que debería recaer en una persona galesa", explicó Sarnacki.
- 'Provocador' -
La bandera del dragón galés y la Union Jack británica ondean juntas a media asta sobre el castillo tras la muerte de la reina, pero la historia de Caernarfon no la convierte en monárquica.
"La opinión estaría muy dividida" sobre la proclamación de Guillermo como príncipe de Gales, dijo Geraint Thomas, de 49 años, que dirige una galería fotográfica en Caernarfon.
La ciudad cuenta con el mayor porcentaje de personas que saben hablar galés, idioma que Carlos pasó un trimestre en la universidad intentando aprender antes de su investidura.
Aunque ahora los niños juegan con lanzas de juguete en el patio del castillo, que ahora es patrimonio mundial de la UNESCO, la sangrienta historia de Inglaterra y Gales nunca se olvidó aquí.
El título de Príncipe de Gales fue utilizado originalmente por los príncipes nativos, pero el último, Llywelyn ap Gruffudd, fue ejecutado en 1282 durante la conquista de Gales por el rey Eduardo I de Inglaterra.
Su cabeza fue exhibida en la Torre de Londres. Para domar a Gales, Eduardo se embarcó en la construcción de castillos que dieron lugar a Caernarfon, donde nació su heredero, el futuro Eduardo II, en 1284.
Eduardo dio el título a su hijo en 1301, y los monarcas ingleses continuaron esta tradición con sus primogénitos.
"Históricamente ha sido un título provocador", dijo Thomas, cuya galería tiene colgadas en el exterior dos banderas rojas del movimiento independentista galés.
La decisión de la reina de llevar a cabo la investidura de Carlos en Caernarfon en 1969 fue controvertida incluso en su momento, y dio pie a manifestaciones e incluso a una oleada de atentados.
La investidura, dramatizada recientemente en la serie de televisión "The Crown", consistió en que la reina colocó una corona en la cabeza de Carlos, de 20 años, mientras éste se arrodillaba en un estrado de granito.
- 'País independiente' -
Desde entonces, Gales ha recibido más autonomía política de Londres, y se ha distanciado de una familia real que parece más inclinada hacia Escocia.
"Personalmente, siento que deberíamos tener un príncipe galés", explicó Rhiannon Evans, 23, una camarera en un bar de Caernarfon. "También deberíamos ser un país independiente".
El rey Carlos tiene previsto visitar Cardiff el viernes, tras haber visitado ya Edimburgo, en Escocia, y Belfast, en Irlanda del Norte, en una gira que indica que el futuro de la unión está en su mente.
Pero recibió críticas por nombrar a Guillermo como Príncipe de Gales sin consultar al pueblo galés, ni siquiera al jefe del gobierno galés.
Selwyn Jones, que trabaja en una librería, dijo que celebrar la investidura en Caernarfon sería "mucho más tóxico que en 1969", ya que la decisión sobre Guillermo nos fue "impuesta por el nuevo rey".
Según lo apuntado por la prensa, podría haber una ceremonia de bajo perfil para Guillermo en Cardiff, la capital galesa, el próximo año.
Los lugareños dijeron que "respetan" a Guillermo y a su esposa Kate, que vivían en Anglesey, en Gales, no lejos del castillo, cuando él era piloto de helicóptero de búsqueda y rescate.
Pero eso no se traduce necesariamente en apoyo, y la muerte de la reina podría ser el catalizador del cambio.
Para la alcaldesa Sarnacki -cuyo hermano fallecido fue mayordomo de la reina durante 10 años y "la idolatraba"- eso podría significar que la histórica investidura que ella fotografió no se repita jamás.
"Creo que ha llegado el momento de acabar con eso", dijo.
V.Martin--ESF