Antivacunas de Nueva Zelanda queman su campamento tras desalojo policial de su protesta
Manifestantes antivacunas de Nueva Zelanda prendieron fuego este miércoles al campamento instalado desde hacía semanas frente al Parlamento tras el lanzamiento de una operación policial para terminar con la protesta que provocó choques y decenas de detenidos.
Cientos de policías tomaron las calles de Wellington antes del amanecer para despejar las vías alrededor del Parlamento, que han estado congestionadas por los vehículos de los manifestantes durante más de tres semanas.
Resguardados con escudos, gas pimienta y cañones de agua, los oficiales avanzaron con gritos de "¡muévanse, muévanse!", mientras botaban carpas y utilizaban un montacargas para remover los vehículos que bloqueaban las calles.
Los manifestantes que resistieron el avance fueron atacados con gas pimienta, lo que desató enfrentamientos.
Los policías utilizaron un cañón sónico ensordecedor y agua a alta presión para dispersar a la multitud.
Cuando vieron que la policía tomaba control de la situación, los manifestantes optaron por prender fuego ellos mismos al campamento que habían instalado semanas atrás. "Esto no ha terminado", gritó un hombre, mientras otros cantaban "vergüenza" a los agentes.
La primera ministra Jacinda Ardern respaldó la acción policial y denunció la "profanación" del terreno parlamentario.
"Fue un ataque contra nuestra policía, fue un ataque contra nuestro Parlamento, fue un ataque contra nuestros valores", declaró Ardern a periodistas, a cientos de metros de donde continuaban los enfrentamientos.
La policía reportó que algunos manifestantes estaban armados con horquetas, pese a lo cual hicieron "avances significativos" en la operación, que se prolongó hasta la tarde.
"Hemos visto tácticas (de los manifestantes) hoy incluyendo el uso de extinguidores contra la policía, lanzar pintura, vimos armas", afirmó el comisionado policial Andrew Coster, señalando que tres oficiales sufrieron heridas leves y 36 personas fueron detenidas.
Ardern indicó que el movimiento comenzó como una protesta contra la vacunación obligatoria para ciertos casos, inspirado en una manifestación similar en Canadá, pero que se volvió tóxica.
Aseguró que los manifestantes representan a un pequeño sector cuyo extremismo es alimentado por teorías conspirativas y desinformación.
M.E. De La Fuente--ESF