Investigadores, parásitos y milicianos conviven en Ituri, en la RD del Congo
El centro de investigación de enfermedades tropicales (CRMT) del doctor Tony Ukety está instalado en las lindes de un territorio controlado por milicianos, que desde hace cuatro años siembran el terror en la provincia de Ituri, en los confines nororientales de la RD del Congo.
Para llegar al doctor y a su equipo, hay que embarcar desde Bunia, la capital provincial, en un Cessna de una docena de plazas pilotado por pastores norteamericanos.
A causa de la violencia y de los controles de los grupos armados y los soldados congoleños, la carreteras no son seguras.
Cerca de la misión protestante de Rethy, el CRMT instaló en 2009 su laboratorio y sus oficinas.
Aquí se libra la guerra contra las microfilarias de la oncocercosis, larvas microscópicas transmitidas por moscas que se desarrollan en el interior del cuerpo humano y acaban por dejar ciegas a las personas contaminadas.
- Ceguera de los ríos -
Según la Organización mundial de la salud (OMS) 14 millones de personas están infectadas por la "ceguera de los ríos", principalmente en las zonas tropicales de África subsahariana
El ensayo clínico que dirige el doctor Ukety busca mejorar la eficacia de un nuevo tratamiento contra esta enfermedad.
Se trata de la moxidectina, una molécula antiparasitaria recientemente homologada por la Agencia estadounidense de medicamentos (FDA).
La oncocercosis es aquí endémica. Igual que la peste y los conflictos intertribales.
Para probar este medicamento, hay que "encontrar zonas donde nadie haya sido tratado" explica Ukety.
En aquel día de enero, a pocos kilómetros de Rethy, en la localidad de Kanga, los científicos reanudan el trabajo tras un mes de inactividad forzada. "A causa de los ataques de los milicianos, no había nadie aquí" relata Innocent Mananu, un oftalmólogo del equipo.
- Microscopios ultramodernos -
En el viejo centro de salud de Kanga, se recluta a nuevos participantes para el estudio. Tras un examen clínico y oftalmológico, se extraen pqueños pedazos de piel de algunos candidatos. Se trata de detectar la presencia de las microfilarias.
Estas muestras son llevadas al CRMT y pasan a manos de Joel Mande, jefe del laboratorio, que los analiza con ayuda de microscopios ultramodernos.
Fuera de su laboratorio, el microbiólogo Mande desempeña otras funciones. Es jefe del sector Walendu Tatsi, entidad compuesta mayoritariamente por miembros de la tribu Lendu, uno de los feudos de los milicianos de la Codeco (Cooperativa para el desarrollo del Congo).
Su posición es delicada. Si está demasiado cerca de sus administrados, el Estado lo acusa de complicidad con los rebeldes. Si se acerca a las autoridades, puede ser tratado de traidor a la causa Lendu
- Jóvenes, armados, drogados -
A menos de tres kilómetros de su laboratorio, los Codeco están ahí. Jóvenes y armados, drogados de cannabis y alcohol.
Controlan todos los accesos de Kpandroma, una localidad vecina de Rethy, imponen tasas en los mercados y en los puestos de control que establecen en las carreteras.
Una decena de militares han sido desplegados ahí, pero por falta de medios, se someten al reinado de la Codeco.
La AFP pudo reunirse con los comandantes de la principal facción de la Codeco: l’URDPC, la Unión de revolucionarios para la defensa del pueblo congoleño, que reivindica más de 30.000 combatientes.
Los milicianos de la Codeco están acusados de haber cometido terribles matanzas estos últimos meses en campamentos de desplazados ocupados por la comunidad Hema, otra etnia de Ituri.
"Nuestros hombres intervinieron contra las provocaciones de los milicianos Hema - los "Zaires" - que se esconden en los campamentos de desplazados" se defiende Basa Zukpa Gerson, joven portavoz de la URDPC.
En el centro de investigación, el conflicto no merma la determinación del Dr Ukety y sis colegas. La mayoría los miembros de su equipo son gente de la región, lo que es un factor de protección.
"Las incursiones de los milicianos han afectado un poco nuestras actividades, pero seguimos aquí, y vamos a seguir con nuestro trabajo" dice el Dr Ukety. El estudio debe durar aún dos años más.
L.M. Del Campo--ESF